GUARA RURAL SIERRA DE GUARA
NUESTRA HISTORIA
De su pasado quedan las escondidas ruinas del castillo entre la vegetación que invade el tozalón de la Faja de Cotón o la loma de Marmañana, junto al viejo camino que se dirije a Labata, contra cuyos defensores musulmanes debió levantarse, en los años de 1060, esta solitaria fortaleza, que una vez conquistada dicha Villa, debió de perder ya toda su finalidad; constaba, según se aprecia, de una torre rectangular y un recinto murado con un aljibe. En 1097, Pedro, obispo de Huesca, donó al Monasterio de San Ponce de Tomeras la iglesia de Bastarás, junto a las de Labatella, Morrano, Eso y Panzano; luego este templo pasó a San Pedro el Viejo y posteriormente a la Orden de Hospital o de San Juan de Jerusalén. Según Pascual Madoz, en 1850, Bastarás disponía de dos tornos o molinos de aceite y una fuente, con cuyas aguas los vecinos se servían para beber y regar unos huertecitos inmediatos; encontrándose a 1/4 de hora “con su gran cubierto y tres entradas; las peñas en que concluye su profundidad presentan la forma de un buey y la llaman con este nombre; además ofrecen una admirable vista por la diversidad de figuras que naturalmente tienen; lo mismo se observa en el agujero nombrado de Solencio de una extensión incalculable, cuyas concavidades se llenan de agua que despiden, con grande estrépito, por espacio de 20 ó 24 horas, y luego se retiran produciendo en su retroceso un murmullo tan grande que se asemeja a los bramidos de un toro. El terreno es quebrado y de mediana calidad, tiene abundante leña y algunas yerbas de pasto; corre por él el río Hormiga que se forma en un sitio llamado las fuentes de Bastáras y proceden del agujero de Solencio”.
Hay en las proximidades de GUARA RURAL (Bastáras) un mundo mítico y legendario, de enormes simas que encierran incontables bellezas subterráneas: Solencio, la Grallera, -ésta de 277 metros en vertical absoluta-, que forman un conjunto de profundos abismos, de oscuras galerías, de estrechos túneles, de espesas formaciones de estalagmitas y estalactitas, de escondidas bellezas formadas por el agua, de sorprendentes y desconocidos rincones, a lo que se suman fantásticos relatos de aquelarres brujeriles.
Hay dos casas con elementos interesantes: una del siglo XVI, con las Armas de los Bescós, con puerta de entrada bajo arco apuntado y ventana enmarcada por decoración gótica, solanar y patio empedrado con cantos rodados; otra con las Armas de los Cabrero en la fachada, con tejado a cuatro vertientes y voluminosa chimenea cilíndrica. En lo más alto de la montaña se halla la ruinosa Ermita de la Virgen de la Sierra.
La Iglesia
Su iglesia, en lo más alto del casco urbano, construida en el siglo XII, con reformas en el XVIII, dedicada a San Clemente, es de una nave, en sus tres primeros tramos con bóveda de lunetos y el cuarto de cañón apuntando y ábside románico. Posee dos capillas laterales, altar mayor con retablo barroco datado en dicha centuria, coro a los pies, espadaña con campana, portada de tres arquivoltas de medio punto con decoración ajedrezada y pórtico.
Las calles de Bastaras